La luna creciente se refleja en tus ojos color miel.
Andas vacilando y todavía con el botellin en la mano.
En la ciudad de las luces también hay callejones oscuros.
Te sientas en el suelo, enfrente de tu portal.
Fumas el último cigarro y disfrutas todas y cada una de las caladas.
Pero como todo lo bueno, se acaba pronto.
Y te quedas mirando tus pantalones rotos.
Esa, Brunette, no eres tú, y lo sabes.
¿En qué te has convertido?
O más bien.
¿En qué te has dejado convertir?
Gran testigo la Luna...
ResponderEliminarOne Love!