domingo, 5 de junio de 2011

Llegas a la cueva sofocada. Te acercas a Adolph el líder. Es un viejo y sabio lobo. Se dice que Alaric, el mítico lobo todopoderoso le concedió la inmortalidad después de salvar su vida y haberle demostrado su nobleza y valentía.
Al verte hace una mueca y los demás se marchan dejándoos solos.
-¿Qué ocurre?-Su voz ronca resuena en las paredes
-Hace un tiempo que estoy teniendo algunas disputas con un vampiro. Ha avisado a Waldemar. Vienen a por todos. Pero un centauro me ha avisado de que está toda la selva negra de nuestra parte.-Dices ante su expresión azorada.- En ningún momento creí que podría poneros a todos en peligro. Si lo hubiese sabido nunca habría venido aquí.
Bajas la cabeza como símbolo de arrepentimiento.
-No te inquietes, si Waldemar ha decidido atacarnos no es porque se lo haya dicho él. Hace muchos años, él y yo tuvimos varios enfrentamientos. Le arrebaté lo que más apreciaba y juró que algún día ajustaría cuentas conmigo. Esto solo es un subterfugio. En todo caso tenemos ayuda. Gracias por avisar. Me gustaría tenerte a mi lado. Eres joven, pero tienes mucha experiencia, tu avidez y inteligencia nos servirá de gran ayuda.
-Lo haré encantada. ¿Entonces les digo a los centauros que aceptamos?
-Obviamente.


Sales corriendo hacia el árbol Blaz, ves a un duende y le explicas a qué vienes.
Te abre la puerta del árbol, que conduce a la ciudad Adalia, pero como que no se fía mucho de ti, eres escoltada por dos elfas guerreras.
Te llevan hacia el jefe centauro, Ademaro, está reunido pero te hacen pasar.
-Edward ha matado a dos de los nuestros. Ha amenazado a los demás para que se fueran si no querían sucumbir a sus colmillos.
-Será malandrín.Veo que él también se ha metido en todo esto. Esto pone la cosa más interesante.
-Pues yo solo veo un problema más. 
-Tranquilo, de él me encargo yo. He venido para comunicaros de que aceptamos vuestra ayuda, y que esos chupasangres no os volverán a molestar en cuanto termine todo esto. 
-Eso espero.
-Ahora si me disculpáis debo irme. La merienda me llama.
Te das la vuelta y las elfas te acompañan hasta la salida.

Al salir te pierdes entre la niebla. Cazar siempre te despeja la mente.

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