miércoles, 15 de febrero de 2012

Bichos y trastadas varias I

Él era feliz. Dormía, dormía, se tumbaba cerraba los ojos un segundín y volvía a dormirse. Seguía a su dueña a quien quería muchomuchísimo -y ella le quería muchomuchísmio a él también- que más que su dueña -es una palabra demasiado fea, muy posesiva, no me gusta- era su muy mejor amiga. Pues eso, que seguía a su muy mejor amiga a todas partes y le molestaba un rato, pero ella no se podía enfadar porque el bicho era demasiado bonito, y peludito, y blandito, y pequeñitopequeñito, y muy gracioso, era tan monín que a ella se le deshacía el corazón cada vez que lo tenía en brazos y decía cosas sin sentido con una voz que realmente parecía que acababa de intentar llegar a Hogwarts  -uno de los efectos secundarios que tienen los gatos- Ella le estrujaba un rato y jugaba con él. Y él se dejaba estrujar y le encantaba jugar con ella. Dormía, dormía y era muy gracioso cuando intentaba hacer cualquier cosa medio dormido e iba dando tumbos golpeándose con todo lo que encontraba por el camino.


Enfin, eran felices el uno con el otro.

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