miércoles, 26 de septiembre de 2012

Temps de perdre.

El sabor de sangre le inundaba la boca. Cada segundo que pasaba la agonía del dolor de pierna aumentaba. El viento helado aliviaba un poco el dolor, pero no era suficiente. Cuando notó que si no paraba desfallecería ahí mismo se permitió el lujo de sentarse contra una pared. Los faros de un coche que pasaba por delante dejaron ver por un instante su cara. Con los músculos entumecidos por el frío, haciendo una mueca de dolor, y sus labios más rojos que nunca, pelados. Se atrevió a mirarse el muslo empapado en sangre. Aún tenía la bala incrustada en la carne.
Después de recobrar el aliento cogió un pedazo de la sucia nieve del suelo, que se fundía entre sus dedos cálidos, llenos de cortes y heridas. Antes de dejar que la nieve se derritiese del todo se la puso sobre la herida y soltó un gemido mientras notaba cómo un dolor punzante, agudo, le subía por la espalda y culminaba en el cráneo.

Pero no podía quedarse donde estaba. Hizo el mayor esfuerzo de su vida. Se puso en pie y continuó caminando, tambaleándose, intentando que el temblor de sus piernas no le impidiese avanzar por aquella aparentemente solitaria calle de Helsinki.
Sacó el reloj del bolsillo del pantalón. Se le cortó la respiración. No llegaría a tiempo. Pero no se dio por vencida y, como pudo se puso a correr hasta que, al fin, vio la parada de autobús iluminada por la tenue luz de una farola.

Y se dejó caer al suelo cuando vio el 23B a diez metros. Girando la esquina.

Bien, my mice. Esto es un texto que he hecho de deberes sobre una pérdida, en este caso es la pérdida del autobús, siempre dramatizándolo todo, así como a mi me encanta -por el cual me han puesto un positivo alto- y estaba tan super-upper contenta que he decidido traducirlo al castellano, a ver si recibo también vuestro postivo^^

1 comentario:

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