Después de recobrar el aliento cogió un pedazo de la sucia nieve del suelo, que se fundía entre sus dedos cálidos, llenos de cortes y heridas. Antes de dejar que la nieve se derritiese del todo se la puso sobre la herida y soltó un gemido mientras notaba cómo un dolor punzante, agudo, le subía por la espalda y culminaba en el cráneo.
Pero no podía quedarse donde estaba. Hizo el mayor esfuerzo de su vida. Se puso en pie y continuó caminando, tambaleándose, intentando que el temblor de sus piernas no le impidiese avanzar por aquella aparentemente solitaria calle de Helsinki.
Sacó el reloj del bolsillo del pantalón. Se le cortó la respiración. No llegaría a tiempo. Pero no se dio por vencida y, como pudo se puso a correr hasta que, al fin, vio la parada de autobús iluminada por la tenue luz de una farola.
Y se dejó caer al suelo cuando vio el 23B a diez metros. Girando la esquina.
Bien, my mice. Esto es un texto que he hecho de deberes sobre una pérdida, en este caso es la pérdida del autobús, siempre dramatizándolo todo, así como a mi me encanta -por el cual me han puesto un positivo alto- y estaba tan super-upper contenta que he decidido traducirlo al castellano, a ver si recibo también vuestro postivo^^
Maravillosa narrativa. Excelente entrada.♥
ResponderEliminar