viernes, 17 de junio de 2011

Una sensación de cosquilleo te recorre de arriba a abajo. Tienes ganas de comer pero te entran arcadas solamente de pensar en comida. Vuelve el síndrome de las manos sudorosas y compruebas por enésima vez que la guitarra esté afinada.
Oyes que te llaman. Te vuelves y ves que con un movimiento de cabeza te indican que subas al escenario. Y por un momento dudas. Pero es lo mismo de siempre. Es la misma coreografía que llevas repitiendo des de que empezasteis a tocar en salas. Subes secándote las manos en los pantalones. Miras al frente. Cincuenta, quizás sesenta personas están esperando. No es un número muy grande, pero es importante para ti. Porque en cada una de las canciones lo das todo de ti, y temes no estar a la altura. 

Pero es ese miedo el que te obliga a esforzarte y a conseguirlo.


Brunette.

1 comentario:

  1. Odio esa sensación. A mi me pasa a veces (no por la guitarra claro, más me gustaría saber tocarla). Y si, es una responsabilidad muy grande, sean cincuenta o una persona, y seguro que lo haces genial :)

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